jueves, 24 de mayo de 2007

THE RETURN OF THE KOR ULTIMA SEMANA Y REGRESO






ULTIMA SEMANA Y REGRESO




Se hace raro esto de escribir sobre el viaje desde casa y no en un cuarto lleno de mosquitos que te comen de arriba a abajo, salamandras corriendo por las paredes y vietnamitas hablando por el messenger. Y es que sin duda el entorno condiciona los pensamientos, pero de todas maneras voy a tratar de contar nuestra ultima semana en Vietnam de la mejor manera posible.




VUELTA A HANOI




Cuando te planteas una ruta siempre tienes un objetivo y en nuestro caso ese era el pueblo de Sapa, donde pasamos un par de dias visitando los campos de arroz, alguna que otra cascada sin agua y escuchando desde primera hora de la mañana la frase que inunda ese pequeño pueblo: "Do you buy for me?" que repiten machaconamente la gente de las etnias de los alrededores que van a Sapa a abordar, literalmente, a los turistas con ropas, pulseras y sustancias " de la risa".
Y en toda ruta siempre hay un regreso, que es el que siempre olvidas y el que parece que no forma parte del camino, pero amigos míos, hasta que no se llega al final no acaba el viaje, tal y como no tardamos en comprobar. Nuestra ruta de vuelta era volver a Hanoi bordeando el río Rojo por unas carreteras que parecían mejores que las de la ida y que teníamos que recorrer en dos días para que el plan que teníamos pensado hacer se pudiera realizar. Tras muchos días de sol abrasador amanecimos con lluvia, decidimos salir con mucha precaución y los primeros kilometros fueron bastante bien hasta que en Pho Lo el que escribe entró demasiado rapido en un puente por el pasan coches, motos, trenes y animales varios y le patinó la moto al cruzar los raíles dando con el muro del puente. Tras ver que todo estaba bien continuamos hasta que de repente se cruza un perro en la carretera, la curva está mojada y esta vez si, al suelo... Decidimos parar en un pueblo a pasar la noche ya que la rodilla se me había hinchado y la confianza conduciendo no era la misma.
Al día siguiente salimos a Hanoi, con mejor tiempo y con la rodilla todavía hinchada, no os perdais la historia de Carlos buscando hielo por el pueblo, no lo consiguió pero casi acaba trayendo whiskey para ponerme en la rodilla por las malas interpretaciones con los lugareños a la hora de dibujar los hielos. La vuelta fue mejor de lo que esperaba e incluso llegamos antes de lo previsto a Hanoi, pero como he dicho antes, el viaje no termina hasta que no se llega al final tal y como descubrimos en Hanoi. Tras 2 horas dando vueltas, mirando el mapa de todas las maneras, preguntando a personas que nos mandaban a un lado, luego a otro, discutían entre ellos y con el depósito de la moto vacío... conseguimos llegar a Quong y devolver las motos.




ULTIMA SEMANA




Cuando viajas sin fechas en el calendario disfrutas realmente de cada momento, sin embargo en el momento en el que te pones fechas de regreso y planificas todo para que quepa por el cuello de una botella se pierde la esencia del viaje y eso fue lo que nos pasó la última semana, con alguna gran excepción que luego comentaré. Como yo cogía el vuelo en Saigón había que recorrer 1700 km desde Hanoi y muchas cosas que ver por el camino...
El viaje a Halong Bay en un sólo día se nos hizo muy corto ya que se trata de un lugar espectacular que merece por lo menos tres días para zambullirte en el agua entre las mas de 3000 islas que forman la Bahía pero había que iniciar la vuelta.
Cogimos un Open Bus Ticket, que consiste en un billete de autobús que nos llevaría de Hanoi a Hue y Hoi An en el centro del país, de allí a Nha Trang y finalmente a Saigón en el sur de Vietnam, todo por 19 US dolares. COmo ya os hemos contado, las carreteras de Vietnam no son precisamente buenas y la manera de conducir de los vietnamitas hacía que el viaje fuera a ser muy largo. Nuestra intención era dormir en el autobus y parar una noche en Hoi An.
A medida que viajas hacia el sur de Vietnam te das cuenta de las secuelas de la guerra, a lo largo del camino ves multitud de cementerios y en los lugares donde paras te ofrecen recuerdos de la guerra que van desde zippos hasta granadas (ideales para llevar en el avión de vuelta como equipaje de mano).




Tras una parada en Hué que nos dejó bastante indiferentes (una ciudad en la que no encuentras cerveza fría en ningún sitio no merecía ni un minuto de nuestro tiempo) llegamos al pueblo pesquero de Hoi An.
Hoi An es un pueblo que además de vivir de la pesca es famoso por la calidad de la ropa que tejen sin parar ,de día y de noche, las mujeres del pueblo.Pero sobre todo Hoi An es un lugar en el que el tiempo se detiene y en el que comienzas a caminar perdiéndote por las calles, observando en el mercado como las mujeres limpian el pescado que las acaban de traer mientras se fuman unos enormes cigarros o echan una partida de cartas para tomarse un descanso y en el acabas bordeando el río al atardecer con una luz que nuestro amigo Carlos no desaprovechó para sacar unas fotos espectaculares. Mientras estabamos sentados en el pequeño puerto del pueblo comenzó a desfilar delante nuestra una gente de lo más variopinta que se sentaba junto a nosotros, nos comunicabamos de la mejor manera posible y se iban, así uno tras otro. Lo que hubieramos dado por tener un par de días más para quedarnos en Hoi An!!!







Pero como había que continuar la siguiente parada era Na Thrang, se trata de la playa a la que iban los soldados americanos a tomarse un descanso antes de volver al combate y algo parecido hicimos nosotros, ya que nos pegamos un día entero de sol y playa que terminó con una cena de las nuestras, es decir, no nos privemos de nada (el café lo teníamos que haber dejado...) y de esta manera cogimos el autobus que nos iba a llevar a Saigón durante la noche. Los autobuses desde Hanoi habían pasado de ser buenos a aceptables y definitivamente una cafetera, que era la que nos iba a llevar a Saigón durante 10 horas. Nuestra sospechas no tardaron en hacerse realidad ya que tras unos pocos metros de comenzar el viaje el autobus se para, el conductor dice algo en vietnamita y se baja todo el mundo y se pone a empujar, tras un rato empujando (nosotros nos quedamos en el bus en una actitud muy poco solidaria, he de reconocerlo) descubrimos que hay una gasolinera al otro lado de la avenida y es allí donde vamos. Echamos gasolina, el conductor intenta arrancar y allí no salía mas que un humo negro que acabó en un instante con media capa de ozono. No he comentado que se trataba de mi última noche en Vietnam y que estabamos a 500 km de Saigón donde cogía el vuelo de regreso a las 20:30, por lo que empecé a pensar en las excusas que pondría por llegar mas tarde al trabajo y que jamás creerían. Tras llegar un mecánico consigue arrancar el bus y salimos, tratando de no pensar en que teníamos que pasar toda la noche en la cafetera conseguimos dormir hasta que una chica francesa le pide al conductor que pare, baja y continuamos, así dos veces más, hasta que a la tercera paramos en mitad de la nada porque la francesa lo echa todo por la boca. Son las 3 de la mañana y nos quedan casi 300 km hasta Saigón, estamos en un lugar indeterminado con una francesa que no para de vomitar, no estamos muy seguros de que la cafetera vuelva a arrancar y yo cojo un vuelo en unas horas... de repente pasa una moto con 3 chavales, alguien les tira un plao, se vuelven, empiezan a pelearse con el del palo, tras un par de empujones se ponen todos de cuclillas en el suelo a discutir y se van, mientras todos lo miramos como parte de la situación tan surrealista que estabamos viviendo.
Tras un poco de aire fresco y una pastilla (no 10 como decía el dueño de las mismas) la francesa se recuperó y conseguimos llegar a Saigón a las 9:00 de la mañana. No tengo opinión sobre Saigón porque solo estuve unas horas y eso se lo dejo a Carlos pero mereció estar allí por conocer a Emma. Encantadora, amable, buena gente en definitiva, una persona que está haciendo con su vida lo que realmente desea hacer, viviendo el presente sin más.
Y aquí terminaba el viaje... no podía haber tenido un último día mejor, con Emma, Daniel su novio y como no, con el auténtico espíritu de este viaje y el que una vez más me ha demostrado que las cosas en la vida se pueden realizar si las deseas y siempre desde el optimismo, el amigo Carlos. Supongo que tendrán que pasar unos días para ver con mas claridad lo que ha supuesto este viaje, pero sin duda lo que si tengo claro es que lo que más ha merecido la pena, ha sido compartirlo con Carlos y sus ganas de vivir la vida.

UN ABRAZO HERMANO.







IMAGENES CEDIDAS POR CORVILLO DE LOS ULTIMOS KM SUYOS EN VIETNAM





Momento en el que Kor cojia el Taxi hacia el aeropuerto en Saigon. y nuestra

despedida.

3 comentarios:

ChemicalBurn dijo...

Que pasada...lagrimillas por la mejilla, sonrisa bobalicona, mofletes sonrojados...Cuanto buen rollo, armonia y hermandad. Que gustazo da ver como se puede llegar a disfrutar de la vida. Genial Chicos, un 10 para los dos.
Aunque, eso si, os estoy cojiendo un asco a los dos que no se como va a acabar esto.
Saludos

Unknown dijo...

VOY A LLORAR!!! que emoción, que pasión, que bien contais las cosas, que ganas de veros. Sin duda habeis sabido trasmitirnos vuestras impresiones en cada momento y de alguna forma nos habeis hecho participe del mismo, gracias por todo.

Anónimo dijo...

kor, enhorabuena. you made it!!!!!!
carlos, no abuses y vente ya pa´ka!
tengo muchas ganas de veros, gracias por compartir la gran aventura con nosotros. besazos.
marta